La Reciproterapia nos dota de herramientas para el bienestar, que podemos ofrecer a quienes nos rodean. Es un intento por mantener tradiciones primitivas en el cuidado de las personas, y una forma de ayudarnos a recuperar nuestros cuerpos cansados o estresados. Todas y todos podremos aprender sus métodos de un modo sencillo y aplicárnoslos mutuamente para estar mejor.

Tan sólo hay que enseñar a las manos sus infinitas posibilidades, su infinito poder para proporcionar bienestar.

Un ciclo nuevo constante

La reciproterapia ayuda a entrar en un ciclo bueno constante. No sustituye a la medicina ni supone ningún riesgo. Solo se propone preparar a nuestro cuerpo para alcanzar una plenitud que le hará responder mejor ante cualquier estímulo negativo.

Un hábito saludable más

Lo mismo que lavarse los dientes o dormir lo necesario, proporcionarse cuidados ha de convertirse en otro hábito saludable más. Cada casa podrá contar con varios reciproterapeutas, igual que cuenta con diversas cajas de pastillas o botes de crema; cada casa deberá dispensar un poco de tiempo para parar y contribuir al bienestar de los demás.

Conocerse.

Practicar la reciproterapia implica conocerse mejor. Es la mente la que mueve las manos. También la persona a la que proporcionamos bienestar es una mente que hemos de conocer. Para ello, te proporcionamos tu arquetipo, la llave hacia una parte de ese autoconocimiento. Para conseguirlo, tan sólo has de responder a unas breves preguntas.

Me llamo Roberto Paniagua. No me canso de estudiar ni de trabajar ni de escribir ni de pensar… y todo ello me ha llevado a entender que han sido nuestras manos las que, desde los orígenes, le han ido enseñando a nuestro cerebro hacia dónde ir y qué hacer. Por eso, ahora quiero devolverles a ellas, a nuestras manos, a su tarea primigenia de seguir enseñándonos cosas: sobre todo cómo estar mejor y cómo ser más felices.